'El Presidente se ha defraudado a sí mismo'
Entrevista a Monseñor Luis Alberto Luna Tobar*
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Desde su larga experiencia como observador de la política ecuatoriana, ¿cuáles eran las expectativas y cuál es su opinión respecto del Gobierno actual?
Como expectativa, creo que todo el país esperaba un distinto sistema de Gobierno, diferente al de los gobernantes pasados. Pensaba que iba a ser distinto, porque al presidente de la República, Rafael Correa, antes de ser mandatario, le habíamos visto tan preparado en la crítica a todo lo que significa la acción pública, que esperábamos que sería para sí mismo un soberano árbitro y juez de sus actitudes. Si he de decir lo que en verdad siento, creo que el presidente se ha defraudado a sí mismo. Ha perdido el equilibrio, la estabilidad, el juicio sereno, que antes de llegar a la Presidencia apreciábamos en él. Eso ha causado un gran desequilibrio nacional. Antes no se había sentido lo que ahora se comienza a sentir: ¿Para qué sirvo yo? ¿Qué hago yo con mi crítica o qué hago yo con mi oposición inteligente y ordenada? Vemos que toda gestión particular resulta inútil si se la pone de inmediato como una oposición personal, de persona a persona, de oponente a disidente. Eso descontrola por completo el hecho en sí mismo de la intervención personal de los más notables y serenos.
¿Cuál es su opinión sobre la política económica del Gobierno, que es donde más expectativa se había puesto?
Claro que habíamos puesto expectativa en el Presidente actual, en su apertura y gran disponibilidad para la creación de nuevos patrones de ocupación del hombre. Sin embargo, no ha cambiado absolutamente nada respecto de la monótona línea de política económica anterior. Hemos perdido mucho del vigor que en el primer momento se tenía aparentemente. Ahora, todo el mundo aprovecha lo que personalmente puede, sin ninguna orientación social ni estimación comunitaria.
Como observador de la deuda externa, ¿qué sucede en ese campo?
Entiendo que se ha venido trabajando mucho. El Gobierno dio todas las facilidades para justificar todo lo que se diga de la deuda pasada y no darse cuenta de todo lo que nos venía imponiendo el Presidente con la nueva deuda.
Hay denuncias de corrupción, ¿cree que este Gobierno es diferente a los anteriores?
No tengo constancias de lo presente. De la época en que podía tener pruebas, por la investigación, vi tantas cosas que entristecían. Ahora veo que las cosas siguen aparentemente igual o peor que antes.
¿Este Gobierno ha tenido sensibilidad social?
Algún gesto sí ha tenido, no se lo puede negar. Pero ha perdido todo lo que ganaba con otras actitudes absolutamente contrarias.
¿Y en los derechos humanos?
Los derechos humanos se respetan aparentemente.
¿Cree usted que es necesaria una Ley de Comunicación?
Sí.
¿Y qué debería contener?
La gran propuesta del servicio de la comunicación a la nación, de su urgencia, de su necesidad y sobre todo del deber ciudadano de seguirla, de respetarla y de motivarla.
¿Y debería incluir las cadenas del Presidente?
Pero indiscutiblemente. Yo no creo que sea tan omnipotente que no admita discusión.
¿Cuál sería su recomendación para el Presidente?
Que regrese a la serenidad que tuvo antes de llegar al poder, pero cuando ya tenía seguro el triunfo. Allí manifestaba una seguridad de triunfar que le daba una confianza muy grande, pero no se ha dado cuenta de que el triunfo le alteró, fue una golosina que no imaginó que iba a ser tan fácil y con una gran locuacidad desencadenó sus intervenciones, con las que ha perturbado.
¿El poder del Ejecutivo como superior al Judicial, al Legislativo?
Sin ninguna duda. El Presidente actual ha querido demostrar que todos los poderes que hacen al Estado no significan nada sin contar con el poder Ejecutivo propio del mandatario y de su grupo.
¿Usted ve una posibilidad de que en la Asamblea Nacional se pueda poner un freno a este poder?
Ojalá haya una clara oposición de gente valiosa y dueña de sí misma, que no se acobarde ni ceda, ni pretenda como único objetivo triunfar personalmente, sino triunfar en su sistema, en su proposición en su ideal político.
¿Cuáles son las características que usted admira en un político?
Primero, el equilibrio; segundo, una decisión terminante. No puede ser un hombre que viva en dudas. Tiene que ser un hombre que aclare todo y terminantemente. Y luego, una fidelidad muy grande en todo lo que hace y lo que dice; que no haya distancia entre el hecho y el pensador.
¿Usted ve una figura que podría asumir ese rol en el ámbito político?
Encuentro gente muy valiosa, más valiosa que nunca, más preparada que nunca. No lo han podido demostrar, porque no han tenido poder.
¿Cómo ve a la oposición?
No hay una persona que esté interviniendo con una decisión realmente suya. Hay un egoísmo, un narcisismo político terrible. La persona se siente todopoderosa y cree que puede con ese poder dominar y triunfar. Puede en ciertos momentos, pero el pueblo no necesita ciertos momentos, necesita vida.
¿Cómo ve usted a ese pueblo?
Totalmente indefinido. Le han hecho perder su definición. Tenemos que reeducarlo y reordenarlo para que viva su voluntad y su pensamiento con la natural estima de sí mismo, tratando de ser cada vez mucho más sólidos como personas. El individuo está descuidado en el país. (SK)
* Reproducido de diario Hoy.
Fue publicado el 10 de enero del 2010.
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